Se trata de un vino tinto elaborado por la bodega Cristo del Humilladero con las variedades: 60% Tempranillo, 20% Syrah y 20% Garnacha, procedentes de sus propios viñedos situados a 804 metros de altitud en las estribaciones de la Sierra de Gredos en Cadalso de los Vidrios (Madrid).

Esta cosecha de 2019, tiene una fermentación controlada a 20ºC en depósitos de hormigón y una maceración durante 42 días. Posterior crianza de 1 año, (60% en tinaja de barro, 30% en roble francés y 10% en americano), con sus lías finas.

Pasados estos 3 años, (2021-2024) en nuestra bodega, hay que decir que sigue siendo un vino complejo, de capa alta y buena lágrima, mucho mejor en boca que en nariz y por eso no hablaré de sus aromas porque no me han agradado nada; pero una vez en boca es completamente distinto, con una fresca entrada, buena acidez y con sabores que recuerdan a fresas y frambuesas maduras. Final no muy largo pero agradable. Decir también que lo consumimos algo fresquito (12-13ºC) según salió de la bodega y creo que agradece esa temperatura, aunque sea invierno. Tiene una graduación alcohólica que supera el 15% vol.

Lo malo es que sigo sin entender y me extraña el no poder explicar esa rareza de aromas en nariz, frente a sus buenas sensaciones en la boca.

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